jueves, 4 de junio de 2009

UNA NOCHE DE TRABAJO DE UN MAGO

Magnalucius tuvo su primer encuentro con el arte de la magia a los seis años. Sus padres le regalaron por su cumpleaños un juego de magia infantil. Desde entonces, quedó fascinado con la belleza de esta técnica. Durante mucho tiempo fue un aficionado, aunque en algunas ocasiones poco entusiasta, pues no se dedicó enteramente.
A veces, la gente solía pedirle trucos con naipes, y le tocó aprender más. Tanto se metió, que terminó especializándose en la magia con cartas. Y comprendió que la verdadera magia está mucho más allá del simple truco. Cualquiera puede hacer un truco, una mago hace Magia. En un momento de gran crisis en su vida, con una depresión muy grande que tuvo, decidió dedicar su vida a este arte. La magia lo hizo feliz y podríamos decir que le salvó la vida.
Su rutina en bares y restaurantes comienza cuando se acerca a una mesa o aun grupo de gente. Cuando empieza a hacer sus efectos mágicos la gente se sorprende y en algunas ocasiones hasta se asusta. Encuentra fácilmente la carta escogida por un espectador, o hace que esta suba una y otra vez a la parte de arriba del paquete de cartas, a pesar de que la introduce en la mitad. Dobla un tenedor con el poder de su mente, o lee el pensamiento de una persona. A veces, pide prestado un billete y lo dobla. Luego, frente a los ojos atónitos del público, el billete empieza a moverse en su mano y luego flota sobre ella, sin ninguna razón aparente. Otras veces, detiene el reloj de un espectador, o hace que una moneda penetre un vaso de vidrio. Se lo ha visto comiendo un foco o haciendo que una moneda desaparezca de la mano de una persona, sin tocarla. Una de sus rutinas más sorprendentes es cuando introduce una aguja de plata en su boca y la saca por su ojo.
En su trabajo diario, Magnalucius hace muchos amigos, pues la gente siempre disfrutas de la buena magia. Trabaja de noche, así que puede dormir hasta muy tarde en el día. Su trabajo es jugar, divertirse y divertir a la gente. Él dice que la magia es el arte de hacer posible lo imposible. O, más simple aún, el arte de hacer felices a los demás.